jueves, 21 de junio de 2012

Libro vogesimosegundo: Crucificciones


Crucificciones
de Eduardo Vera

     La ficción de Eduardo Vera es muy divertida; divertida y trascendental. No todos los escritores logran encajar lo ameno con lo pertinente. Me explico, cada cuento de Eduardo Vera es una crítica social muy bien disfrazada con prosa sencilla, precisa y atractiva.

     En esta ocasión me voy a ir cuento por cuento; la prosa y el ingenio de Eduardo Vera así lo exigen.

     Crucificciones (así, con doble ‘c’) abre con un relato muy peculiar llamado ‘La inmortalidad del cangrejo’. En este, un hombre observa un cangrejo que evade el ataque de un perro gracias a nunca haberle despegado el ojo por caminar siempre de espaldas. Así, el hombre adopta como filosofía de vida el caminar de espaldas. El hombre pronto crea una revolución del cangrejo y fácilmente cambia el estatus quo del sistema social en el que vive. El cuento tiene otras sorpresas, pero esas se las dejo a los lectores. La importancia de ‘La inmortalidad del cangrejo’ reside en mostrar una simple historia del origen (similar a lo que se hace con los superhéroes de hoy día) del charlatán adorado. O sea, de cómo cualquier persona se puede convertir en motivo de adoración y cambio en la sociedad. El punto de la ficción de Eduardo Vera, creo yo, es mostrarnos la facilidad absurda con que eso puede suceder. No faltan las exageraciones; después de todo, se trata de una especie de caricatura, pero en el fondo todos sabemos que cualquiera puede lograr el cambio, para bien o para mal.



     ‘En blanco y negro’ es el segundo relato de ‘Crucificciones’. Se trata de otro gran acierto, como la gran mayoría de los cuentos de este libro. La historia, básicamente, nos cuenta que en una aldea africana comienzan a nacer niños blancos de madres negras. Esto llama la atención del mundo entero, sugiriendo así una hipocresía colectiva y reafirmando que el racismo no se ha extinguido, lamentablemente. Claro, lo genial de este argumento es el contexto en el que se desarrolla. Como buen cuento, ‘En blanco y negro’ no tira para un lado ni para otro y nos ofrece un final sorpresivo e irónico.


     Después tenemos un relato cómico titulado ‘Santa María, siempre virgen’. En este se relata de manera amena cómo María desea perder su virginidad y logra apoderarse del cuerpo de una mujer virgen y madura (en el pico de su sexualidad, según la investigación que realiza junto a San Pedro). Se la pasa toda la noche flirteando en una barra y lo único que consigue es al hombre más indeseable que quedaba, que a la larga resulta ser un hombre sensible y algo desesperado por encontrar el amor de su vida. María se resigna a volver al cielo y pasar la eternidad siempre virgen. En cuestiones del tono, el relato nunca pierde el encanto y se mantiene gracioso y divertido. En cuestiones de la temática, me parece que es uno de los relatos más ‘oscuros’ de Crucificciones ya que detrás de la comedia hay una gran tragedia de las personas que no pueden satisfacer nunca sus diferentes necesidades existenciales, como el sexo, el amor, la felicidad, etc.

(Analie, de Fabian Pérez)

     ‘Papo Ceiba’ es un relato que marca el contraste entre las intenciones de una persona y cómo las circunstancias se van fuera de control. El protagonista de este cuento se convierte en la víctima de su pequeño experimento de protesta ecológica, y el ‘malo’ del cuento, el desarrollador inescrupuloso, al final es el que observa de lejitos, pero siempre atento, cómo el ‘héroe’ de nuestro cuento pierde toda su integridad y toda posibilidad de salvación, presa de su propia trampa. Me recordó el cuento racista de Leónidas Andréiev, ‘Un hombre original’, pero no por lo racista —¡para nada!—, sino por el tema irónico y, en este caso, trágico del burlador burlado.


     El cuento que sigue es ‘La salazón de San Salvador’. Un sacerdote ermitaño que vive en un poblado remoto descubre a principios de cuaresma que su salero nunca se vacía, por lo que se lo notifica al Vaticano. Su privacidad pronto se ve ultrajada cuando todo un destacamento de investigadores y representantes del Vaticano invaden su morada para certificar el supuesto milagro. Quieren voltear toda la vida del pobre sacerdote patas arriba y convertirlo en una celebridad, así que el padre confiesa que lo del salero fue, aparentemente, una farsa. Al perder su credibilidad y ser abandonado por todos aquellos que pretendían cambiar su vida y pervertir su fe, se queda igual que antes, feliz, comiendo papas hervidas con la sal del salero milagroso.


     Luego tenemos otro relato cómico: ‘Del mismísimo infierno’. Eduardo Vera caracteriza a Satanás como a un tipo que ha perdido credibilidad y fanaticada a lo largo de los siglos, por lo que decide, junto a su ayudante, apoderarse del cuerpo de un político puertorriqueño, hacer campaña de imagen y recuperar su reino de maldad en el corazón de los hombres. El problema es que el partido opositor le saca un escándalo de homosexualidad y por ello pierde las elecciones. Creo que ‘Del mismísimo infierno’ es un acertado retrato de la homofobia rampante que todavía existe en nuestro país. También es una crítica sobre cómo se llevan las campañas políticas, en donde no importa la integridad del candidato, sino la imagen pública. Al final, me compadecí del pobre ‘Sata’, como él mismo prefiere que le llamen.



     ‘Contar hasta diez’. Wow. ‘Contar hasta diez’ es probablemente mi cuento favorito de Crucificciones. ‘Contar hasta diez’ manifiesta de manera inteligente e imparcial la inutilidad del sistema de corrección actual ya que es incapaz de rehabilitar a muchos de sus confinados, como es el caso del protagonista de este gran relato, que al fin y al cabo reincide, y solamente porque nunca tuvo las herramientas para enfrentarse y reintegrarse a la sociedad. El cuento critica muchas cosas, como por ejemplo las leyes injustas que pretender seguir manchando la humanidad de aquellos que cumplen su sentencia, o cómo literalmente se desperdicia una vida humana que ya ha pagado por sus crímenes al tirarla a la calle sin más que una muda de ropa y un fajo de billetes que apenas le puede durar una semana, o quizás un mes. Mi punto en esta discusión no es defender o atacar a nadie; Eduardo vera tampoco lo hace en su cuento. La realidad es que luego de que una persona cumple una sentencia y sale a la libre comunidad, se queda con el estigma y nadie hace nada para acabar con eso; todo lo contrario, la constante presión y discriminación de parte del resto de la sociedad provoca que muchas de estas personas no vuelva a tener otro lugar más que la celda de la prisión. En resumidas cuentas, ‘Contar hasta diez’ es un cuento corto, pero abarcador; imparcial, pero de profundo carácter social y crítico. En mi opinión, ‘Contar hasta diez’ es la obra maestra de Eduardo Vera.


     Pasamos de la cárcel y el desconsuelo existencial a un mundo dominado por los gorditos. En ‘Razones de peso’ una mujer obesa desea que todo el mundo fuese igual a ella. Dios la escucha y acepta el reto de este experimento abarcador. En ningún momento se adora el descuido y la gula, sino que se presenta otra perspectiva de la dominancia —una muy graciosa, con sus ventajas y desventajas— de los gorditos sobre los flacos. Es un cuento simpático y liviano, a pesar de todo; pasajero, diría yo.

('Fat David')

     Hay un cuento en Crucificciones que privilegia el uso de la descripción para generar una atmósfera y un trasfondo absorbentes. ‘La balada de Chito Friggins’ es casi una estampa del folclor metropolitano puertorriqueño y de sus fiestas navideñas entregada a través de los ojos de un músico frustrado. Luego de un apoteósico degenere en las Fiestas de la Calle San Sebastián, Chito Friggins descubre una ‘ciudad de gatos’ oculta en alguno de los edificios genéricos del Viejo San Juan. Allí consigue inspiración y atrapa la atención de miles de gatos, igual que en cuento infantil de ‘El flautista de Hamelín’. El relato trae a colación la existencia miserable que viven muchos artistas, pero Eduardo Vera lo hace a través de una historia simpática que genera y aprovecha el ‘McGuffin’ de los gatos y su ciudad oculta. Las elaboradas descripciones provocan sensaciones contradictorias de belleza y de angustia que son el producto climático de perderse junto a Chito Friggins en la ciudad de los gatos para poder alcanzar la cúspide de su arte.

('Poor Musician', de Artur Grottger)

     En ‘La divina democracia’ Abrahan acusa a Dios de ser un dictador y asegura que sería un mejor administrador del cielo y de la Tierra. Proponene unas elecciones. Dios lee las mentes de sus amigos y esposas y comprende que perderá, así que habla con su viejo amigo, ‘Sata’ (si lo recuerdan del relato ‘Del mismísimo infierno’):

“Formó un comité de expertos, encabezado por Hitler, Mussolini, Napoleón, Ghandi y Muñoz Marín… se trataba de un grupo profesional de manipuladores sacados del mismísimo infierno, al servicio de la causa divina.”

En fin, Abrahán perdió las elecciones, Dios celebró con María Magdalena y recordó viejos tiempos con ‘Sata’ y una botella de tequila en la playa… Crucificciones alterna entre ficciones cómicas y ficciones trágicas. En este caso es obvio que se trata de una especie de comedia, pero tengo que admitir que en sentidos literarios de estética, sensibilidad y técnica camina en la cuerda floja de la payasada, y a veces pierde el balance. Este es cuento más torpe de Eduardo Vera, y aún así no puedo negar que me divertí muchísimo al leerlo. Se trata, precisamente, del relato más gracioso de Crucificciones.


     Le sigue otro cuento gracioso, aunque mucho más relevante. Un senador está molesto porque no puede entender las palabras esdrújulas, así que propone un proyecto de ley que prohibiría el uso sucesivo de palabras esdrújulas y sobreesdrújulas. Me fascina una parte de la narración que viene de la primera página del cuento ‘En pocas palabras’:

“…los lingüistas y académicos serios del país se opusieron al proyecto. pero, como hay muy pocos lingüistas y académicos serios, y a los pocos que hay nadie les hace caso, el proyecto pudo seguir adelante.”

El senador se hace famoso por esto, y por muchos otros cambios que logra implementar al idioma. En su octavo término teme finalmente perder las elecciones ya que no se le ha ocurrido algo más “que capte de nuevo la atención pública”. Sin decir más, creo que esto manifiesta el corazón literario de ‘En pocas palabras’. Como en otros cuentos suyos, hace varias críticas dentro de su ficción. Una puede ser cómo el mal uso del lenguaje embrutece la capacidad del pueblo hasta llegar al punto de solo poder elegir a aquel que más llame la atención publica (¿Le suena familiar?), como si la democracia se convirtiera en un circo repleto de payasos divertidos y coloridos (De nuevo, ¿no es así ya?). Otra posibilidad alardea de cómo aquellos que tienen el poder se las pueden arreglar para destruir las cosas más importantes de nuestra humanidad y cultura con argumentos politiqueros, sensacionalistas, irresponsables, con sofismas no muy elaborados y un carisma germinal del gran dictador. Quizás me voy un poco lejos, pero la realidad es que existen muchísimos políticos que hacen más daños que bien con sus ideas idiotas. Este cuento no nos dice nada que ya no sepamos, peor nos hace bien en recordarnos esta triste realidad, por si nos acostumbramos demasiado a vivir embarrados en la mediocridad política y, sobretodo, lingüística.

En cierto punto de ‘En pocas palabras’ el senador propone eliminar el lenguaje hablado; solo serían aceptadas las señas. De ahí trasciende una pequeña, aunque poderosa sentencia del narrador que, aunque poco o nada tiene que ver con el cuento, brilla entre tantas ideas como aforismo cruel y genial:

“Los ciego se quejaron de inmediato, pero ser ciego es lo mismo que ser mudo, porque nadie los escucha.”

Esta sentencia es peligrosa porque fácilmente se puede malinterpretar, pero yo creo que Eduardo Vera ha confiado en la inteligencia de sus lectores para que la ‘verdadera verdad’ o la ‘gran verdad’ sobrecoja al criticismo chiquito e irresponsable.

‘En pocas palabras’ es similar en estructura a ‘La inmortalidad del cangrejo’, primer cuento de este libro. Ambos presentan a un personaje común y corriente que se convierte en catalítico del cambios social por alguna estupidez: en el caso del primer cuento, adoptar el caminar de espaldas como filosofía de vida y a raíz de esto provocar una revolución social; en el caso de ‘En pocas palabras’, por legislar la destrucción del lenguaje y ser conmemorado por ello. Ambos casos suenan absurdos, pero en el absurdo nos sorprendemos de encontrarnos con tantas verdades como las que Eduardo Vera sugiere inteligentemente con sus ficciones.


     ‘El lector de auras’ soy yo; esa es la conclusión a la que llegué al terminar de leer el primer y único cuento de horror en la colección de Crucificciones. Eduardo Vera hilvana una atmosfera de suspenso que termina involucrando al lector de manera irremediable y directa con lo que está sucediendo en el cuento. No es el relato más oscuro o profundo del libro, pero ciertamente trae a colación una nueva forma de ver el llamado carpe diem entremezclado con un pesimismo que condena la mismísima alma del lector a la perversión eterna de su espíritu.


     ‘La invasión inevitable de las hojas amarillas’ es otro relato inusual en Crucificciones. Así como el cuento anterior es de horror, éste es de inmensa ternura. Curiosamente, no sucumbe al preciosismo del que sufren usualmente este tipo de cuentos. Aquí, una vieja es demandada por su vecino. Un árbol del patio de la vieja Pola deja caer sus hojas en la piscina del médico, por lo que ambos terminan en la corte. ‘La invasión inevitable de las hojas amarillas’ es el testamento literario de la intolerancia y el egoísmo que nos identifica como generación. No revelaré el desenlace del relato porque me parece que es una ficción elevada y algo romántica; digna de una lectura pausada y completa.


     Me atreveré a decir que ‘Evolución’ funcioan como el equivalente evolucionista de la primera parte del génesis, cuando Adán y Eva conocen el pecado. Enseguida entiendo que afirmar tal cosa sería una enormidad de mi parte. ‘Evolución’ sufre de algunas sutilezas técnicas que rayan en lo inverosímil, pero aquí la importancia no es la veracidad, sino el simbolismo que refleja esta pequeña historia de cavernícolas y cazadores prehistóricos. Eduardo Vera cuenta con bastante economía lo que sería el despertar del intelecto y de la maldad en la mente del ser humano. Este es otro relato oscuro, pero a la misma vez brillante.


     El último relato de Crucificciones se titula ‘El ateo errado’. Es el cuento más irónico de Eduardo Vera, y una buena manera de puntualizar su libro. Utiliza el humor nuevamente para contar la historia de la muerte de Dios encarnado en la Tierra, y de cómo un ateo finalmente creyó al verlo morir aplastado por un candelabro tras invocar su propia presencia divina.


     ‘Crucificciones’: excelente libro de cuentos.

     A estas alturas de mi blog, tengo que señalar que ya he leído varios libros de cuentos de la Editorial Pasadizo: ‘5 minutos para ser infiel’, de Emilio del Carril, ‘Adiós, Mariana y otras despedidas’, de Awilda Cáez, y ahora ‘Crucificciones’, de Eduardo Vera (además de otros que no son libros de cuentos) y tengo que decir que cada uno de estos libros y autores me han sorprendido. Veo que Editorial Pasadizo publica lentamente, pero con calidad y disciplina. Puedo decir sin miedo que leería cualquier con otro libro de esta joven editorial  sin pensarlo dos veces, en especial aquellos libros que son de los autores que ya he conocido por su ficción precisa y extraordinaria. Creo que Pasadizo es mi editorial puertorriqueña favorita; también sus escritores.

Realmente me han gustado TODOS los relatos de Eduardo Vera, pero mencionaré los más que me han llamado la atención. Por su riqueza y trascendencia, privilegio a:
‘En blanco y negro’
‘Del mismísimo infierno’
‘Contar hasta diez’
‘La invasión inevitable de las hojas amarillas’
‘Evolución’

Elementos literarios más importantes de Crucificciones:
-Sobre todo, el humor.
-Estructuralismo.
-La ironía.
-La caracterización del antihéroe.
-El intertexto con obras y personajes bíblicos.
-La caricatura representativa o simbólica.
-El existencialismo (en relatos como ‘Santa María, siempre virgen’, ‘Papo Ceiba’ y, sobretodo, ‘El lector de auras’)


Próxima entrada: Las negras

domingo, 17 de junio de 2012

Libro vigesimoprimero: Doce versiones de soledad



‘Doce versiones de soledad’
de Janette Becerra

     Llevaba mucho tiempo esperando leer el primer libro de cuentos de Janette Becerra. Ya había tenido el placer de disfrutar su cuento ‘El sastre’, que ganó el segundo premio en el IX Premio Internacional de Relato Corto Encarna León, de España, en el 2010. También ganó el certamen de cuentos de El Nuevo Día en el 2012 con su excelente relato a la Cortázar, ‘Reflujo pasajero’.

     El libro de Jantte Becerra comienza con una grata sorpresa: el relato ‘Afición por los terrarios’. Es mi relato favorito de ‘Doce versiones de soledad’, y según la autora, como dijo en su presentación reciente en Librería La Tertulia en Rio Piedras, Puerto Rico, también es el relato que más le gusta de su propio libro. La autora dijo que ‘Afición por los terrarios’ es lo más cercano a lo que un escritor de literatura es; tal y como había dicho Miguel de Unamuno tras el éxito de su novela ‘Niebla’, que el autor es una especie de dios creador cuando inventa mundos y personajes literarios. Unamuno también dijo que su trabajo dejaba de ser suyo tan pronto el lector se apoderaba de su creación. En otras palabras, que tomaba las ideas de algún lado, las trascribía al papel y se las devolvía a resto del mundo en una forma bella y concreta. Creo que eso mismo es lo que ha logrado Janette Becerra con ‘Afición a los terrarios’. En este relato, una persona tiene un terrario en donde deposita la materia prima para que surja la vida. A través de todo el sujeto relato observa cómo todo evoluciona y cambia dentro del terrario. De vez en cuando provoca cataclismos naturales producto de su caprichosa curiosidad; luego se maravilla al ver cómo del desastre surge nueva vida y renovación del ecosistema. Al final del relato, la persona creadora se convierte en una especie de deidad para las criaturitas de su terrario. Al principio lo adoran, pero al verse abandonados durante un largo tiempo, cuando el ‘creador’ regresa, ya sus personitas no lo adoran ni lo necesitan; inclusive, consiguen salir del terrario y controlar las fuerzas naturales que antes los tenían a su merced. Regresando a la curiosa alegoría con el proceso creativo del escritor, me gusta ver ‘Afición por los terrarios’ como la ponderación del creador por su creación; o sea, cuando la literatura se apodera de su dueño, ya sea el autor o el lector, porque ambos son tan dueños de la ficción como la ficción misma.

(Terrario de Paula Hayes, tomado de paulahayes.com/terrariums)

     El segundo relato es ‘El sastre’. Cabe señalar que se trata de un cuento reconocido y premiado. ‘El sastre’ es un relato —lo digo llanamente— ‘fresa’. Es, sin embargo, una historia de amor muy bien lograda. La autora muestra un gran sentido de estética porque toma lo que fácilmente podría haberse convertido en otra historia más sobre un amor imposible, y lo transforma en un conflicto fresco y sumamente agradable. En resumen, la historia carece de cursilerías o melodramas indeseables; es una belleza literaria.

     ‘El regalo’ es otro relato excelente de Janette Becerra. Me recuerda el cuento clásico ‘El collar’, de Guy de Maupassant, porque en ambos cuentos la vida de una mujer se vuelve miserable. La protagonista pierde su belleza y su juventud y también debe rendir todas sus aspiraciones por causa de un malentendido, en el caso de ‘El collar’, o por causa de un acto de ‘buena fe’, en el caso del cuento de Janette Becerra. ‘El regalo’ es uno de esos cuentos con un final sorprendente que nos llena de ira y a la misma vez de ternura. Vemos cómo una bondad del marido de la mujer protagonista la destruye completamente hasta dejarla en una completa soledad. Creo que este relato es un manifiesto muy íntimo sobre los miedos y las incertidumbres a las que nos enfrentamos muchas de nosotros (en el caso del relato, una madre) y los sacrificios que muchas veces hacemos por diferentes razones muy humanas (fe, amor, responsabilidad, honor, etc). Lo sobrecogedor de ‘El regalo’ es que al final no hay una recompensa a la perseverancia de la madre, sino un cruel recordatorio de por qué la vida se nos va en angustias y —me atrevo a decir— compasiones. ‘El regalo’ es un cuento con rasgos naturalistas que se sumerge en la oscuridad de una existencia condenada a la servidumbre y la miseria, sin esperanzas nunca de trascender el tedio de continuar viviendo o de asegurarle una mejor existencia a quien queda después de nosotros. Me parece que hay muchas maneras de interpretar el final y el contenido del ‘El regalo’, pero yo solo cumplo con informar que se trata de una obra literaria oscura, asombrosa.

     Me fascina el estilo de las historias como ‘La reconciliación’. Un diálogo sencillo se intercala entre una serie de interludios narrativos que poco a poco van ofreciendo un trasfondo a la aparentemente sencilla situación que los personajes van contando. En ‘La reconciliación’ la autora le presta gran atención a los gestos y al tono de los dos personajes que conversan. Si bien se trata de otra versión de la soledad —la de una anciana que sufre de Alzheimer—, el verdadero encanto de ‘La reconciliación’ proviene de una diálogo entretejido con la narración de una escena (y luego otra) y una remembranza que revive el odio hacia una persona que ya no puede recordar nada de lo que ha hecho.

     Entonces tenemos el cuento ‘Soledad perfecta’. Primeramente, quiero resaltar la genialidad del título. Al principio me pareció efectista y algo anticuado, pero se trata del personaje principal del relato. Soledad Hidalgo es una niña prodigio que debe crecer en absoluta soledad ya que le es imposible relacionarse con el resto del mundo; inclusive con su propia madre. Es un acierto literario porque la misantropía con la que la autora bautiza a su personaje desde el principio del cuento aparece con naturalidad y lógica. Se percibe un estudio de la psicología del ser humano, desde la niñez hasta la etapa adulta, pareciéndose, quizás, al estilo de Patricia Highsmith. El narrador sugiere a través de la crónica que la inteligencia de Soledad Hidalgo es una maldición porque no le permite tener contacto humano con otras personas. En una parte de la narración se declara lo siguiente:

“(Soledad Hidalgo) Consideró que la homogeneidad feliz de las masas era una bendición. Acorralada por su perfección insoportable, le pidió a Dios que existiera y que le concediera la ignorancia, el salario miserable, los hijos, el amor. Todo le fue negado. Dios era imposible para su razón insobornable.”

El cuento es, como sugiere el título del libro, otra versión diferente de la soledad; en este caso se trata de la soledad que deviene del intelecto, de ser brillante y ser marginado por ello (o por la inteligencia misma). Cabe señalar que ‘Soledad perfecta’ fue el primer premio en el XIV Certamen Internacional de Relatos de la Fundación Gaceta Regional, Salamanca, España, en el 2009.

     Como dije al principio, el libro abrió con una grata sorpresa: el excelente relato de ‘Afición por los terrarios’. Al final del libro hay otra sorpresa, pero esa se las dejo a los que se permitan el privilegio de leer ‘Doce versiones de soledad’. Solo diré que jamás había visto semejante manera de cerrar un texto literario, y creo que es muy divertido, ingenioso y, sobre todo, adecuado.

‘Doce versiones de soledad’ es libro rico en imágenes y lenguaje poético que nunca se torna cacofónico o críptico. La prosa de Janette Becerra es una prosa elevada, y a la misma vez llena de sobriedad. Tiene un vocabulario rico y flexible. Tiene un estilo único; su firma literaria es fácil de identificar, y esa es una de las cosas más valiosas e importantes que puede lograr un escritor.


Mis relatos favoritos han sido:
‘Afición por los terrarios’
‘El sastre’
‘El regalo’
‘Soledad perfecta’

Elementos literarios importantes en ‘Doce versiones de soledad’:
-Estructuralismo
-La ocasional imagen poética
-Unidad temática a través de todo el texto (la soledad)
-La genial utilización del epígrafe, en especial en el último (¡ÚLTIMO!) relato.


Próxima entrada: ‘Cruci-ficciones’