Carnaval
de sangre: microcuentos y otras brevedades de la palabra
de Ana
María Fuster Lavín
La nueva propuesta de Ana María
Fuster Lavín reconcilia elementos líricos propios de la poesía con la narrativa
breve en prosa. Sus relatos en Carnaval de sangre utilizan recursos poéticos
como la metáfora y la alegoría con gran efectividad. Aunque están separados en
cuatro secciones temáticas, todos exploran la muerte, o la casi muerte, a
través de diversos aspectos.
La primera sección del libro,
Sin ojos: habitantes de la ciudad silente, explora la muerte del aspecto humano
a través de la pérdida de la sensibilidad. Casi todos los micro relatos de esta
parte, que es mi favorita de las cuatro, establecen unos símbolos sociales que
representan a los drogadictos y desamparados que viven de pedir limosnas en la
calle (por ejemplo, “Ciudad sin ojos 1” y “Ciudad sin ojos 2”). También habla
de los que deambulan en la ciudad, a pesar de tener dinero, de la gente que
vive en soledad y da sugerencias de cómo eso también los hace miserables (por
ejemplo, “Veredicto” y “Esos pequeños seres diminutos”). Finalmente, explora a
los enamorados que no aman, a los que deambulan en las relaciones y no
relaciones (por ejemplo, Coleccionistas de polvos, Conjuro, Ángel de las
alturas) que, en cierta medida, definen a una buena parte de nuestra generación
de “Mileniales”.
La segunda sección del libro se
llama Bajo la cama (trece días en el abismo y un final feliz). En esta, los
microrelatos tienen un estilo narrativo mucho más lírico y funcionan de manera
intratextual. Las breves historias van contando una especie de complicidad
sobrenatural con un personaje al que la autora ha llamado Insomnio. Se
encuentra con él durante la noche, en su propia cama, muchas veces debajo de ella,
y en cada encuentro la lleva a descubrir diferentes facetas dolorosas de su
personalidad a través de experiencias sexuales, o de recuerdos de experiencias sexuales. Su carácter poético nos permitiría darle varias
interpretaciones a los símbolos aquí expuestos, pero si consideramos una
vertiente mitológica podríamos recordar a los íncubos y súcubos del
judeocristianismo. Sin entrar en conceptos moralistas, definitivamente hay
varios elementos que señalan a la visita de estas criaturas. Por ejemplo, siempre
arriban en la noche, tienen relaciones sexuales con su victima y pueden cambiar
de sexo indiscriminadamente (vea los cuentos “Quererse en silencio” y “Sus
ojos, mi cuerpo”). Además, y probablemente se trata del elemento más importante
que respalda mi teoría, es que durante cada encuentro ocurre un acto sexual que
lleva a la “víctima” a experimentar algún tipo de dolor emocional (el ejemplo
más claro de esto es, quizás, “Viaje sin retorno”). Esto se puede asociar de
forma simbólica con el supuesto propósito de los íncubos y súcubos, que es seducir a sus víctimas y utilizar el acto sexual para extraerles el alma.
La destreza poética de Ana María
Fuster Lavín le permite llevar el mito y los símbolos a otro plano literario
porque sus relatos realmente no hablan de monstruos ni de maldiciones. Muchas
veces la supuesta víctima de la criatura llamada Insomnio es ella misma, lo que
nos puede llevar también una interpretación difícil del íncubo y súcubo como
monstruos que provienen del protagonista, similar a la clásica historia de Dr.
Jekyll y Mr. Hyde. Por supuesto, esto es solo una posibilidad literaria dentro
de muchas (“El secreto del amor” claramente proporciona otra posibilidad
interpretativa en donde Insomnio era un amante de carne y hueso); así de grande
es la riqueza simbólica de Carnaval de sangre.
La tercera sección del libro se
llama Carnaval de voces y sueños: amores canívales. Aquí los microrelatos
proponen a la sangre y la voz humana como alimentos espirituales. Los
relatos son variados ya que los personajes adquieren algo
nuevo luego de consumir la sangre o la voz de una persona. En el caso de “Sed
eterna” vemos un idilio erótico a través de una transgresora escena de
vampirismo mientras que en “El cazador de sueños” los caníbales recuperan su
lenguaje, y luego la sensibilidad, tras devorar al personaje del asesino
onírico. En otros microrelatos de esta sección vemos el concepto del sacrificio
como un intercambio de voces y sentimientos. En algunos casos las palabras, o
el vocabulario, representan una parte de la humanidad de la persona. En cuentos
como “Espejos y naufragios” y “Balada del silencio” la pérdida de una voz representa
una ironía trágica. Por otro lado, en relatos como “Fuga de voces”, “La voz
dormida” y “La biblioteca de las voces perdidas” el sufrimiento le
devuelve las palabras, o la poesía, al protagonista. Así, las malas
experiencias se convierten en una especie de ganancia a través del canibalismo
emocional.
La última parte del libro se
llama Los placeres de la muerte: carnaval de sangre. Aquí los microrelatos
vuelven a tener la prosa más directa, aunque menos lírica, del principio del
libro. La restauración estilística le da cierta redondez a la estructura del
libro y le permite a la autora explorar con mayor precisión el tema climático
de su obra: la muerte. Ya sea a través del suicidio o del homicidio, el tema
preferido se manifiesta en un carnaval de desenlaces violentos en donde el
amor, el hambre, la vocación y el arte misma son motivo de tragedia. Si bien la
gran mayoría de los relatos lleva un tono melancólico o de angustia, otros
pocos prefieren explorar la manifestación del terror genuino a través del
extrañamiento, como en “Última danza para orquesta de cuatros y güiro”, uno de
mis relatos favoritos del libro.
Como bien adelanta la sinopsis del Dr. Emilio del Carril, Carnaval de sangre es un libro de microrelatos que se aparta estilísticamente de los demás y que explora temas difíciles que usualmente preferimos evitar. Aquí, a través del arte, Ana María Fuster Lavín los ha convertido en literatura.
Mis
cuentos favoritos son:
-Gol
-Las niñas perdidas
-El cazador de sueños
-Última danza para orquesta de
cuatros y güiro
Elementos
literarios que se destacan:
-La brevedad
-El intratexto
-La metáfora y la alegoría
-El lirismo
-El imaginario transgresor
-El erotismo
-El erotismo
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