lunes, 9 de enero de 2012

Para leer cuentos en Puerto Rico;


      Latinoamerica se ha destacado con su literatura a través del mundo, en especial desde el esfuerzo editorial del llamado ‘Boom’ de los años sesenta.


     Nos la comimos bien duro... hace como cincuenta años atrás... y ningún puertorriqueño trascendió entre ellos. ¿Qué nos pasa(ó), Puerto Rico? (Con todo el respeto a Juan, a Emilio, a José, a muchos, pero nos quedamos hablando de la colonia, de la guerra y de nuestras palmas en la playita)

     Yo creo, en mi humilde y aficionada dialéctica del criticismo desde la percha, que al boricua literario lo destruye una lejanía crónica de la universalidad. No es malo destacar nuestra cultura del wanabismo diásporo y disparatero a través de la literatura. Somos quienes somos. Hay que joderse, a veces. Pero en la isla poca es la gente que escribe, y aún mas poca la que lee. Insólito. (naturalmente, con una insensible hipérbole me he apoderado de una realidad no tan grave, y ahora te la entrego con aires de emergencia). El puertorriqueño sí lee. El puertorriqueño disfruta de la literatura inteligente; puede hacerlo. Es que desde siempre nos hemos quedado patinando sobre la misma fórmula del llamado y despectivo ‘pendejismo’ literario al que recurrimos tanto, a veces sin percatarnos.

     Leer en Puerto Rico es una praxis, algo que se hace al revés de la norma para funcionar adecuadamente. Sin rebotes léxicos: para leer en Puerto Rico hay que joderse (de nuevo, pero a esto me refería hace un párrafo y medio). No es tan exagerado vomitar que se pueden contar con los dedos de las dos manos la cantidad de librerías en Puerto Rico que se dedican a vender literatura. Una perturbadora mayoría de las librerías de la isla te venden textos universitarios, la Palabra en palabras, libros de autoayuda, biografías de políticos infames, almanaques onanistas, recetarios coloridos, cuadernos para pintar. Si deseáramos conseguirnos una novela o un buen libro de relatos probablemente nos encontraremos navegando entre las pestañas de Amazon, E-Bay, y Barnes & Noble. Y si buscamos a un autor local, pues tenemos que recargar la tarjeta del peaje, rellenar el tanque del carro con abundante gasolina, sacar un día indispensable de la rutina, y viajar hasta Rio Piedras, por ejemplo, para caminar a través de una solitaria y preciosa calle en donde se encuentra, probablemente, el 70 u 80% del mercado de literatura puertorriqueña en la isla (o sea, cuatro librerías de libros).

     Cuando el político repite una mentira suficientes veces, la gente la adopta y se la cree. ¿Por qué no utilizamos el mismo principio, con la literatura? Después de todo, el escritor es un mentiroso profesional; la literatura, su mentira magistral. Compremos esa mentira, que es mejor. No acudamos al terrorismo intelectual para mover nuestros papeles escritos entre las masas; expongamos nuestra masa a la tinta novedosa. Es increíble que en Puerto Rico también hayan más empresas Editoriales, que librerías de literatura (y ésta no es una hipérbole), cada una luchando contra viento y marea para exponer a nuestros artistas de la palabra a la tormenta que es nuestra sociedad (francamente) embrutecida. Me reservo tan noble acusación para un blog que no puede ser leído (no puede ser).


     Pero bueno.

     Si metiéramos mano y moviéramos la literatura más allá del área metro, más allá de los rincones de un callejón escondido entre grafitis y colegialas en pantalones cortos, a lo mejor la isla, la islita, la isla (nuevamente) recuperaría algo de su sentido estético, o lo desarrollaría, o aprendería algo, cuando menos, pero nos quedamos mejor con un espléndido box-score de asesinatos, visitas intercaladas cada weekend a Chilly’s y al cine, y el ruido de fondo de nuestra música sexual, consumista, violenta, reflejo.

     Llevamos el ritmo por dentro, ¿no?

     Acabando con mis farfulladas, como soy un pelau’ y me quejo mucho más de lo que hago, me resignaré a escribir en este blog según vaya leyendo la literatura de mi país (la nueva o la novedosa) para hablar de algo con ustedes, y así nos entendemos mejor cuando vuelva a echar un berrinche. Me voy a dar el guille de crítico;

Libro primero: La Belleza Bruta, de Francisco Font Acevedo…

2 comentarios:

  1. Te felicito y te creo. Tienes mi respeto amigo.

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  2. Concuerdo con las palabras. Aunque, ciertamente, sabemos que la referencia al reflejo podria estar mas cargada, por la virtud de las palabras. Te felicito por el espacio. Seguiré honrando mi verdadero tiempo (el que no ocupa los libros de textos, ni el trabajo) a leer a aquellos que el ritmo lo llevan al libro.

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