domingo, 17 de junio de 2012

Libro vigesimoprimero: Doce versiones de soledad



‘Doce versiones de soledad’
de Janette Becerra

     Llevaba mucho tiempo esperando leer el primer libro de cuentos de Janette Becerra. Ya había tenido el placer de disfrutar su cuento ‘El sastre’, que ganó el segundo premio en el IX Premio Internacional de Relato Corto Encarna León, de España, en el 2010. También ganó el certamen de cuentos de El Nuevo Día en el 2012 con su excelente relato a la Cortázar, ‘Reflujo pasajero’.

     El libro de Jantte Becerra comienza con una grata sorpresa: el relato ‘Afición por los terrarios’. Es mi relato favorito de ‘Doce versiones de soledad’, y según la autora, como dijo en su presentación reciente en Librería La Tertulia en Rio Piedras, Puerto Rico, también es el relato que más le gusta de su propio libro. La autora dijo que ‘Afición por los terrarios’ es lo más cercano a lo que un escritor de literatura es; tal y como había dicho Miguel de Unamuno tras el éxito de su novela ‘Niebla’, que el autor es una especie de dios creador cuando inventa mundos y personajes literarios. Unamuno también dijo que su trabajo dejaba de ser suyo tan pronto el lector se apoderaba de su creación. En otras palabras, que tomaba las ideas de algún lado, las trascribía al papel y se las devolvía a resto del mundo en una forma bella y concreta. Creo que eso mismo es lo que ha logrado Janette Becerra con ‘Afición a los terrarios’. En este relato, una persona tiene un terrario en donde deposita la materia prima para que surja la vida. A través de todo el sujeto relato observa cómo todo evoluciona y cambia dentro del terrario. De vez en cuando provoca cataclismos naturales producto de su caprichosa curiosidad; luego se maravilla al ver cómo del desastre surge nueva vida y renovación del ecosistema. Al final del relato, la persona creadora se convierte en una especie de deidad para las criaturitas de su terrario. Al principio lo adoran, pero al verse abandonados durante un largo tiempo, cuando el ‘creador’ regresa, ya sus personitas no lo adoran ni lo necesitan; inclusive, consiguen salir del terrario y controlar las fuerzas naturales que antes los tenían a su merced. Regresando a la curiosa alegoría con el proceso creativo del escritor, me gusta ver ‘Afición por los terrarios’ como la ponderación del creador por su creación; o sea, cuando la literatura se apodera de su dueño, ya sea el autor o el lector, porque ambos son tan dueños de la ficción como la ficción misma.

(Terrario de Paula Hayes, tomado de paulahayes.com/terrariums)

     El segundo relato es ‘El sastre’. Cabe señalar que se trata de un cuento reconocido y premiado. ‘El sastre’ es un relato —lo digo llanamente— ‘fresa’. Es, sin embargo, una historia de amor muy bien lograda. La autora muestra un gran sentido de estética porque toma lo que fácilmente podría haberse convertido en otra historia más sobre un amor imposible, y lo transforma en un conflicto fresco y sumamente agradable. En resumen, la historia carece de cursilerías o melodramas indeseables; es una belleza literaria.

     ‘El regalo’ es otro relato excelente de Janette Becerra. Me recuerda el cuento clásico ‘El collar’, de Guy de Maupassant, porque en ambos cuentos la vida de una mujer se vuelve miserable. La protagonista pierde su belleza y su juventud y también debe rendir todas sus aspiraciones por causa de un malentendido, en el caso de ‘El collar’, o por causa de un acto de ‘buena fe’, en el caso del cuento de Janette Becerra. ‘El regalo’ es uno de esos cuentos con un final sorprendente que nos llena de ira y a la misma vez de ternura. Vemos cómo una bondad del marido de la mujer protagonista la destruye completamente hasta dejarla en una completa soledad. Creo que este relato es un manifiesto muy íntimo sobre los miedos y las incertidumbres a las que nos enfrentamos muchas de nosotros (en el caso del relato, una madre) y los sacrificios que muchas veces hacemos por diferentes razones muy humanas (fe, amor, responsabilidad, honor, etc). Lo sobrecogedor de ‘El regalo’ es que al final no hay una recompensa a la perseverancia de la madre, sino un cruel recordatorio de por qué la vida se nos va en angustias y —me atrevo a decir— compasiones. ‘El regalo’ es un cuento con rasgos naturalistas que se sumerge en la oscuridad de una existencia condenada a la servidumbre y la miseria, sin esperanzas nunca de trascender el tedio de continuar viviendo o de asegurarle una mejor existencia a quien queda después de nosotros. Me parece que hay muchas maneras de interpretar el final y el contenido del ‘El regalo’, pero yo solo cumplo con informar que se trata de una obra literaria oscura, asombrosa.

     Me fascina el estilo de las historias como ‘La reconciliación’. Un diálogo sencillo se intercala entre una serie de interludios narrativos que poco a poco van ofreciendo un trasfondo a la aparentemente sencilla situación que los personajes van contando. En ‘La reconciliación’ la autora le presta gran atención a los gestos y al tono de los dos personajes que conversan. Si bien se trata de otra versión de la soledad —la de una anciana que sufre de Alzheimer—, el verdadero encanto de ‘La reconciliación’ proviene de una diálogo entretejido con la narración de una escena (y luego otra) y una remembranza que revive el odio hacia una persona que ya no puede recordar nada de lo que ha hecho.

     Entonces tenemos el cuento ‘Soledad perfecta’. Primeramente, quiero resaltar la genialidad del título. Al principio me pareció efectista y algo anticuado, pero se trata del personaje principal del relato. Soledad Hidalgo es una niña prodigio que debe crecer en absoluta soledad ya que le es imposible relacionarse con el resto del mundo; inclusive con su propia madre. Es un acierto literario porque la misantropía con la que la autora bautiza a su personaje desde el principio del cuento aparece con naturalidad y lógica. Se percibe un estudio de la psicología del ser humano, desde la niñez hasta la etapa adulta, pareciéndose, quizás, al estilo de Patricia Highsmith. El narrador sugiere a través de la crónica que la inteligencia de Soledad Hidalgo es una maldición porque no le permite tener contacto humano con otras personas. En una parte de la narración se declara lo siguiente:

“(Soledad Hidalgo) Consideró que la homogeneidad feliz de las masas era una bendición. Acorralada por su perfección insoportable, le pidió a Dios que existiera y que le concediera la ignorancia, el salario miserable, los hijos, el amor. Todo le fue negado. Dios era imposible para su razón insobornable.”

El cuento es, como sugiere el título del libro, otra versión diferente de la soledad; en este caso se trata de la soledad que deviene del intelecto, de ser brillante y ser marginado por ello (o por la inteligencia misma). Cabe señalar que ‘Soledad perfecta’ fue el primer premio en el XIV Certamen Internacional de Relatos de la Fundación Gaceta Regional, Salamanca, España, en el 2009.

     Como dije al principio, el libro abrió con una grata sorpresa: el excelente relato de ‘Afición por los terrarios’. Al final del libro hay otra sorpresa, pero esa se las dejo a los que se permitan el privilegio de leer ‘Doce versiones de soledad’. Solo diré que jamás había visto semejante manera de cerrar un texto literario, y creo que es muy divertido, ingenioso y, sobre todo, adecuado.

‘Doce versiones de soledad’ es libro rico en imágenes y lenguaje poético que nunca se torna cacofónico o críptico. La prosa de Janette Becerra es una prosa elevada, y a la misma vez llena de sobriedad. Tiene un vocabulario rico y flexible. Tiene un estilo único; su firma literaria es fácil de identificar, y esa es una de las cosas más valiosas e importantes que puede lograr un escritor.


Mis relatos favoritos han sido:
‘Afición por los terrarios’
‘El sastre’
‘El regalo’
‘Soledad perfecta’

Elementos literarios importantes en ‘Doce versiones de soledad’:
-Estructuralismo
-La ocasional imagen poética
-Unidad temática a través de todo el texto (la soledad)
-La genial utilización del epígrafe, en especial en el último (¡ÚLTIMO!) relato.


Próxima entrada: ‘Cruci-ficciones’

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