de Juan Félix Algarín Carmona, Isamari Castrodad, Shara
Lávender, Blancairis Miranda-Merced, Héctor Morales Rosado, Luccia Reverón,
Sandra Santana Segarra y Andrés O’Neill
‘Vivir del
cuento’ es la segunda antología de cuentos de autores puertorriqueños que leo.
He notado que me he extendido mucho en mis ultimas entradas del blog, así que
solamente comentaré los reatos que más me han llamado la atención, ya sea por
buenos o por malos.
‘Semáforo’, de
Isamarí Castrodad, es un relato breve con una estructura muy original. A medida
que se mueve la corta historia se anuncian los cambios de luz de un semáforo,
indicando las etapas de un trágico accidente en donde una drogadicta es
atropellada por un automóvil. Su compañero de pedir dinero en la luz la recoge
y da toda su colecta para comprarle una última inyección a la moribunda. La
brevedad, la intensidad y la tragedia que ‘Semáforo’ recoge se amontonan
rápidamente para robarnos algo del corazón cuando leemos la última línea del
relato.
‘La verdad es que
estas cosas solo me pasan a mí’, de Héctor Morales Rosado, cuenta las
vicisitudes que pasa el amante de una mujer casada. Al final comprende, como en
una especie de momento introspectivo y por palabras de uno de sus buenos
amigos, que el verdadero ‘cabrón’ era el.
‘La cabeza de
Medusa’, de Blancairís Miranda Merced, es una especie de caricatura que muestra
cómo las tragedias se convierten en espectáculos y exhibiciones en los que el
único que nunca se divierte es la víctima. Este cuento-caricatura retrata en
cierta manera a la cultura puertorriqueña del festejo y el morbo, y nos dice
que nos olvidamos del necesitado en el primer momento en el que se nos presenta un
salvador o un motivo para deshacernos de nuestras responsabilidades. Siento que
este cuento merece un análisis más profundo por todo lo que dice de nuestra
cultura idólatra, pero yo no lo voy a hacer en este espacio.
‘Despertar’, de
Sandra Santana Segarra, es una pequeña muestra del origen de casi todos los
problemas en las sociedades machistas. Con menos de dos páginas Santana se las
arregla para exponer en qué momento preciso es que nuestra inocencia se ve
trastocada por la violencia, dando paso a ese ‘despertar’ malicioso y terrible.
Este es otro relato que fácilmente puede funcionar como una tesis sociológica.
Excelente cuento.
El final de ‘La
hippie flaca de Cape Cod’ me decepcionó un poco. Al principio me gusta mucho
por el tono aventurero del relato, luego por las descripciones de la mujer, que
van y vienen entre la hermosura y la repulsión. Sin embargo, la expectativa se diluye con un final que no está malo, pero que se pudo haber trabajo
mejor.
En ‘El intruso’,
sin embargo, Luccía Reverón hace una especie de calco de la idea que utilizó
Miguel de Unamuno en su novela ‘Niebla’, en donde uno de sus personajes se le
revela a él, al escritor. En ‘El intruso’ también hay un giro de locura que nos
sorprende al final y que, de manera agradable, no se siente forzado. Sin embargo, no
puedo evitar pensar en la otra obra
cuando lee este relato.
Tengo opiniones
divergentes con el relato ‘Llegaron pa’ quedalse’, de Blancairís
Miranda-Merced. Por un lado me divirtió la voz narrativa que eligió la autora.
Utilizó un personaje puertorriqueño callejero que narra de manera muy
pintoresca su supuesto encuentro cercano con una visita extraterrestre. Pronto
nos enteramos de que probablemente está utilizando la historia fantástica para
encubrir un asesinato, pero al final, sucede algo que valida su versión
descabellada de los hechos. El relato tiene un final sorprendente, una
narración intrépida y divertida. El problema, precisamente, es que se notan
fácilmente una serie de oraciones innecesarias que desenfocan el relato y
exageran un poco la nota de la historia. También entiendo que abusa del
lenguaje vulgar en el sentido de que mutila casi todas las oraciones a un nivel
caricaturesco e inverosímil. Quizás con una ligera revisión del tono utilizado
se pueda lograr esa armonía tan atractiva entre los fabuloso y la realidad; la
de la calle verdadera.
Cuando escribimos
historias, usualmente es bien difícil generar una atmósfera que transmita una
sensación específica y que mantenga al lector encasillado hacia un destino
preciso, que es el desenlace de la historia que pretendemos contar. ‘Los
Dieppa’ es un relato de misterio que me sumergió en su intriga desde el principio. Casi ninguna de sus palabras está demás; son exactas y aumentan el
suspenso hasta el final, con un desenlace desesperante que fue
producto de la carga emocional que provocó en mí mientras lo leía. ‘Los
Dieppa’, de Sandra Santana Segarra, ha sido el cuento más gratificante de esta
antología literaria. Es un éxito, al igual que ‘Despertar’, de la misma autora.
‘Tarde’ es el
tercer y último relato de Sandra Santana Segarra en la antología de ‘Vivir del
cuento’. Al igual que sus otro dos relatos, este también es excelente, aunque
no tanto como ‘Los Dieppa’ o ‘Despertar’. De todas maneras sobresale sobre sus
compañeros porque cuenta sus historias con precisión y economía. Construye
finales sorprendentes que a la misma vez invitan a la reflexión porque cada
relato va cargado con un trasfondo sociocultural universal. Sus ideas son bien
pensadas porque podemos ver que nos está transmitiendo algo mucho más
trascendental que lo que simplemente se nos está narrando. Puedo ver que a Santana
Segarra le preocupan mucho los temas del origen de los problemas de la mujer
moderna. Los escribe tan y tan bien que no podría decir con facilidad si ella pretende un sarcasmo, una burla o una reivindicación de sus personajes, que
pueden ser muchas personas reales. Como soy un tipo cursi me inclino por pensar
que la autora prefiere presentarnos personajes imperfectos, o sea, personas
humanas, reales, que aún con todas sus faltas podemos seguir sintiendo su dolor. Esa
clase de empatía que ella logra que sintamos por un anti-héroe o por una persona
‘dañada’ (copiado del inglés) es admirable y requiere de mucha destreza. Me
encantaría leer una novela o un libro de cuentos de Sandra Santana Segarra. Quiero ver que siga cultivando esta visión narrativa tan delicada.
‘Pai Primo’, de
Juan Félix Algarín Carmona, es como una larga estampa que solamente se
justifica como relato cuando unimos el primer pedazo de la narración con el
último. Es una buena historia costumbrista, pero si se le quita todo el relleno
preciosista y se unen directamente el principio con el final hubiese funcionado
igual, quizás hasta mejor. Uno o dos párrafos de descripciones, una página al
máximo, hubiesen sido suficientes para la ambientación que el autor buscaba.
‘Caricias que
matan’, de Blancairis Miranda Merced, es el primer microrelato que me llama la atención en esta antología. El final me erizó los cabellos. Muy bien construido.
Al final del
libro tenemos el tercer cuento de Andrés O’Neil: ‘Odas para el fin’.
Primeramente tengo que decir que mi opinión sobre este relato va a estar
prejuiciada por mis gustos musicales. ‘Odas para el fin’ es un cuento lleno de
energía y desespero emocional. Un joven va conduciendo una Corvette por la
autopista a más de cien millas por hora. Es de noche y va escuchando un ‘mix’
de música de rock pesada que preparó para esa ocasión especial: la noche de su
suicidio. Adrés O’Neil construye una atmósfera de tensión emocional en el
lector debido a la conducta arriesgada e irresponsable del personaje principal.
Sin embargo, a medida que la velocidad aumenta y las diferentes canciones van
pasando, el joven muchacho va haciendo un recuento de los momentos más alegres
de su niñez, y luego cómo esas preciosas memorias se vieron trastocadas por el
abuso sexual que recibió por parte de un sacerdote. Uno diría
que esta es otra historia más de abuso, de las que ya nos hemos ido inmunizando, desgraciadamente. Sin embargo, la atmósfera y el trasfondo que el autor eligió
son geniales; la ira y el desespero se sienten perfectamente, hasta el último
momento, el final del libro, el final de la vida del joven muchacho, y el final
de la canción ‘Auf Wiedersehen’, de ‘Cheap Trick’. Dije que estaría prejuiciado
porque me dio con buscar esta canción en ‘YouTube’ y (tengo que admitirlo; nunca
había escuchado a Cheap Trick) mientras leía el final podía escuchar el por qué
de la decisión literaria de Adrés O’Neil, algo muy parecido a lo que hizo más
recientemente Maira Landa en su novela ‘Concierto para Leah’. Hice trampa, pero
viví uno de los mejores finales que he visto para un libro de cuentos.
Al fin y al cabo, he vuelto a prolongarme con mis comentarios. Ni modo. Me divierto escribiendo. No puedo pellizcarme
la mente, como cuando estoy soñando.
Mis relatos favoritos han sido:
‘Semáforo’ (Isamari Castrodad)
‘Despertar’ (Sandra Santana Segarra)
‘Los Dieppa’ (Sandra Santana Segarra)
‘Tarde’ (Sandra Santana Segarra)
‘Caricias que matan’ (Blancairis Miranda Merced)
‘Odas para el final’ (Andrés O’Neil)
Elementos literarios sobresalientes:
-El estructuralismo.
-La técnica del ‘iceberg, o el microrelato, y la brevedad en
el resto de los cuentos.
-Referencias a la cultura popular.
-Costumbrismo, en algunos relatos.
Próxima entrada: Capá prieto
Anthony,
ResponderEliminarGracias por acercarte a nuestro trabajo. Estaré por tus palabras de vez en cuando.
Abrazos!
Miranda Merced
Gracias por leer la entrada. Siento que debí darle mayor énfasis a su cuento 'Caricias que Matan' porque, con toda honestidad, sentí escalofríos con esa última oración. Pero como dicen los norteamericanos, 'Less Is More'. Creo que su mircrorelato es un GRAN acierto y creo que usted tiene muchísimo talento. Dígame si ha publicado algún otro libro de cuentos para comentarlo aquí!
EliminarAh! Y por si no lo sabía, soy uno de los nuevos estudiantes de la maestría. He creado este blog como un ejercicio de análisis. Estoy tomando notas de todo lo que puedo.
Un abrazo!
-Anthony
Buenas tardes Sra. Blanca Miranda Merced, le escribo desde la Universidad de Puerto Rico Recinto de Mayaguez para solicitar ayuda con una de sus obras "Caricias que matan" ya que estoy muy interesada en ella y me encantaria saber cual es el verdadero significado del mismo. Cualquier ayuda le sera muy agradecida.
EliminarGracias y bonito dia.